La mujer a lo largo
de la historia se ha encontrado con una serie de inconvenientes que le han
impedido llevar una vida plena y desarrollarse física y mentalmente como un ser
humano óptimo, desde el principio de los tiempos el hombre ha prevalecido por
sobre la mujer, son un sinfín de factores que han afectado a el desarrollo de
la mujer, la biología, psicología y fisionomía son una parte ínfima del
problema, la cultura es el gran factor que permite que la mujer y también el
hombre hayan sido estereotipados en su actuar y pensar durante siglos, a tal
punto de establecer un ideal inquebrantable de hombre o de mujer.
Es por todo esto que
he decidido hurgar este tema en mi obra, basada
en la investigación previamente realizada y más que nada dejándome llevar por
el instinto.
“Ámame sin maquillaje” es la frase escogida
para que este personaje pueda fundirse en la absoluta locura, y refleja una de
las profundas aspiraciones de la mujer y de la sociedad actual. Pedir
a gritos, escribirlo, contarlo en todos los idiomas, denota la desesperación de
la mujer por ser amada tal como es, por ser respetada y dejar de ser vista como
un objeto de servicio que además sirve para ser contemplado, cuando me refiero
a “servicio” cabe destacar que mi intención no es caer en convencionalismos
feministas, ya que existen estudios psicológicos que avalan el hecho de que el
cuerpo y la forma específicamente del sexo de una persona marcaran su
personalidad durante su vida. En la
psicología podemos distinguir aspectos dominantes en la psiquis del hombre y la
mujer, en el hombre por ejemplo domina e expulsar, soltar, botar, en la mujer
el retener, guardar, juntar, esto es demostrable en la vida cotidiana de ambos
sexos.
“La mujer
soñada es accesible en todo momento, constantemente lubricada, siempre
dispuesta, en un estado de deseo perpetuo y absolutamente unipersonal, pero de
la cual se puede prescindir inmediatamente después de finalizado el acto.
Incluso más cómodo después de eyacular” (Marco Antonio de la Parra, sobre los
hombres o lo que queda de ellos, página 102)
El cuerpo de la mujer
está diseñado para ser disfrutado por otros, por el hombre, el hijo que está
por nacer y luego cuando este nace le provee de alimento. El cuerpo del hombre
en cambio está diseñado para su propio placer y
deleite.
Pareciese que todo en
la vida jugara en contra de la mujer, es más débil, desarrolla de óptimo manera
sus emociones lo que en el mundo actual suele parecer una desventaja, es menos
competitiva, etc. Sin embargo la diferencia fundamental en la vida de una mujer
en comparación con un hombre no son precisamente los aspecto biológicos, o
psicológicos, sino culturales. Es el contexto, en especial el familiar, el
encargado de crear el estereotipo de mujer, un experimento realizado en el año 1997 por el psicoanalista
Alain Braconier lo demuestra con creces: Se proyectó una diapositiva de un bebé
de nueve meses llorando, a un grupos de adultos de diversas edades y sexos, se
estableció un pregunta frente a ellos: ¿Por qué llora este niño? Todos
asintieron y en acordaron en que “el niño llora porque tiene rabia”. Luego la
misma prueba fue realizada, con un grupo distinto de personas, esta vez la pregunta
fue distinta ¿Por qué llora esta niña? De forma unánime todos acordaron que “la
niña llora porque tiene pena”. Esto prueba que la interpretación de una misma
emoción varía dependiendo de a quién o a qué sexo se la atribuimos, creando así
un estereotipo.
Si bien es cierto que
nuestra sociedad ha avanzado lo suficiente como para insertar a la mujer en
muchos espacios que antes le pertenecían en exclusiva al hombre, lo que se ha
logrado con esto es que si antes la mujer sólo se preocupada de los quehaceres
del hogar y de los niños, hoy día la mujer, se preocupa del trabajo, de los
quehaceres del hogar, de los niños, del marido, de realizar vida social y estar
siempre bella y sana.
“Durante
los últimos tres decenios el 90% del crecimiento de la población activa se debe
a la incorporación de mujeres. Más de cuatro millones han ingresado en el
mercado laboral. En el sector terciario, su actividad progresa dos veces más
rápido que la de los hombres. Mejor: además” (Alain Braconier, el sexo de las
emociones, páginas 118-119).
El maquillaje juega
un rol fundamental en esta obra ya que ha significado desde sus orígenes un símbolo
de opresión y de estereotipización para la mujer, fue en el antiguo Egipto que
comenzó a practicarse el maquillaje como una forma de mostrar prestigio, en sus
inicios era utilizado tanto por hombres como por mujeres, fue la cultura romana que estableció el maquillaje como
elemento intrínsecamente femenino, desde entonces, el maquillaje, la
moda, la forma de actuar, la forma de ser o la vida que elegir han estado
completamente preestablecidas para una mujer.
El maquillaje en esta
obra no sólo se representa a sí mismo, sino que es una ínfima parte y
representa a la vez toda la gama de objetos y estereotipos que han reprimido a
la mujer durante años, cabe mencionar como ejemplo entre ellos, los zapatos de
tacón fiel figura de represión, que según nos cuenta la historia en 1660
Nicolás Lestage realizó el primer par de zapatos de tacón a petición del rey
Luis XIV, que los solicitó para parecer
más alto.
Este calzado está
diseñado especialmente para hacer parecer las piernas más largas en la mujer,
tiene un razón estética, pero a la vez incomoda y oprime la punta del pié de
tal manera que llega a deformarlo. Así mismo, como el calzado y hasta el día de
hoy los aros, el colales y un sinfín de artículos de belleza femeninos, estos
han significado formas de tortura para la mujer, sólo con fines triviales y
estéticos que complacen nada más que a los hombres.
Sin embargo nuestra
sociedad avanzada en tecnologías y escasa en exteligencia se encuentra muy
lejos de alcanzar la armonía en este eterno conflicto.
Es por esto que con
mi obra busco a instar a una reflexión por parte del observador. El trabajo que
he realizado consta de una ambientación que corresponde a un altar en el que se
cuenta la historia de la relación anónima de dos personajes, el primero es “la
loca”, mujer de negro que producto de una crisis neurótica propia de una mujer
alterada por las constantes exigencias de la colectividad comienza a escribir
la frase “ámame sin maquillaje” desesperadamente y en todas partes. El segundo
personaje es “el voyerista” quien observa a esta mujer curiosamente y la
persigue, comienza a tomarle fotos, y ya más tarde se inmiscuye en su vida
privada y le arrebata objetos que luego él guarda como fetiches. Con todas
estas fotografías y objetos finalmente, levanta una especie de altar
inconscientemente, lo que será la ambientación de la obra.
Expectativas: Hacia a
donde apunta esta obra, cuál es el objetivo
La obra realizada “La loca que pedía a gritos amor y el voyerista que no
la escuchaba pero siempre la amó
” busca
presentar al espectador una historia, creando un contexto con la ambientación
presentada, como la escena de un crimen que espera por ser resuelta, el
espectador participa dentro de la obra al intentar reconstruir y armar los
vestigios de esta historia, entregados mediante la fotografía y los objetos
fetiches, que están determinados de tal forma que no pueda dar espacio a la
confusión pero al mismo tiempo dejar libre a la imaginación y subjetividad del
público. A través de este diálogo instar a la reflexión.
La obra se constituye
de tres partes:
La acción: Comprende
primeramente de la construcción de un personaje; “la loca”, que basado en un
prospecto pintoresco de mujer neurótica que llega a la locura producto del
desamor, personaje que represento y utilizo para llevar a cabo los desvaríos de
amor de esta mujer.
La fotografía: En
esta segunda parte entra en juego un segundo personaje “el voyerista”, que
representa al hombre actual y a la sociedad en general, que se limitan a
observar como la mujer pide a gritos ser amada y respetada.
El montaje: El cual
es un altar en el que “el voyerista” (la sociedad), rinde homenaje secreto a
“la loca” (la mujer), la cual admira empero nunca comprende su consigna, y no
hace nada por ello, más que ser un espectador pasivo de la situación.
En definitiva no
pretendo realizar un discurso feminista con mi obra, pero tampoco dejar
indiferente o llegar a ser tan subjetivo que finalmente el objetivo termine por
diluirse, no es lo que busco en el arte, la subjetividad es una arma de doble
filo, induce a un pensamiento obligatorio, a un cuestionamiento inevitable pero
confunde, mi obra es concisa, muestra el camino, pero no guía por él, eso
es trabajo del público, desenredar toda la historia que se le es presentada,
descubrir, reflexionar, concluir. En lo personal
busco seguir explorando y teorizando, encontrar caminos, nuevas técnicas y
formas adecuadas se expresar, sin ser evidente pero tampoco caer en la
confusión. Investigar y luego dejar que el instinto haga su parte.